Así que comenzamos las ocupaciones que iban a durar unos cuantos años y los enfrentamientos con jueces, Guardia Civil, Gobierno y sobre todo con la incomprensión de muchos trabajadores de otros pueblos y algunos del nuestro que creían que estábamos locos, que aquello era una quimera inalcanzable y que desde luego aquellas luchas estaban condenadas al fracaso. El cortijo de “El Humoso” sería pues ocupado una y otra vez y desde luego también desalojado por la Guardia Civil que con una compañía al efecto nos expulsaba una y otra vez en la esperanza de que nos cansáramos en el empeño. En una de estas ocupaciones allá por el año '85 viendo como el Gobierno nos ignoraba decidimos que un grupo de 90 mujeres se fuera a Sevilla delante de la presidencia de la Junta de Andalucía que entonces estaba en la calle Monsálves y de presidente Rodríguez de la Borbolla. |
Al llegar a Sevilla hicimos una sentada delante de la puerta principal del Palacio y allí la policía nos aguantó hasta que al llegar la noche detuvieron a todas las mujeres que fueron conducidas en furgones a las comisarías de Triana y Torreblanca. Cuando llegaron las 4 de la mañana y después de tomarle declaración una por una ponían a las mujeres en libertad. Este hecho se repetiría durante 9 días consecutivos quizás creyendo el Gobierno que así podrían doblegar la fuerza de esta lucha. Sin embargo bien al contrario cada día que pasaba, las mujeres ganaron en fuerza y terminaron cantando el himno de Andalucía en las propias furgonetas de la policía que no sabían que hacer cuando al pasar por las calles hacía la comisaría la gente se quedaba mirando sorprendida. |
Creemos que aquella lucha marcaría un antes y un después de la lucha por la tierra porque el gobierno empezó a comprender que no podía conformarnos de cualquier manera y que desde luego era todavía más difícil el doblegarnos. Al final de aquella lucha hicimos una tregua vigilada cuyo objetivo no era más que darnos un respiro para actuar de nuevo si fuera preciso con más contundencia. En aquel año '85 la lucha se alargó considerablemente y después de varios meses llegamos hasta la feria que tuvimos que suspender. El comunicado decía así: “Sin alegría es imposible la fiesta. Sin trabajo todo sabe a desesperanza y tristeza... Sin futuro con las bofetadas de las limosnas estatales solo se puede acumular amargura. Por esta razón y después de llevar 35 día exigiendo tierra, agua, trabajo y el derecho a la vida y aun sin respuesta hemos decidido suspender las fiestas hasta que las condiciones sociales y las perspectivas de un futuro más digno puedan plasmarse en algo más concreto... Perdón a los que se sientan dañados en su interés, esperamos que nos entiendan... estamos en lucha por una vida mejor que es la única manera de sentir la alegría colectiva necesaria para celebrar NUESTRA FIESTA.” |
En el año '86 nos iríamos a Madrid defendiendo al compañero Diego Cañamero al que querían meter en la cárcel por un efecto acumulativo de los muchos juicios que todos los dirigentes del Sindicato llevábamos sobre nuestras espaldas, Aquella lucha por la libertad encontraría un gran respaldo en el pueblo de Madrid que nos proporcionó casa, comida y cariño con tal generosidad que desde entonces nunca se nos ha olvidado porque nos dio las fuerzas necesarias para aguantar las movilizaciones diarias y los palos que recibimos delante del Ministerio de Justicia. La lucha fue larga y difícil pero no abandonamos Madrid hasta que no nos garantizaron la libertad que habíamos ido a reclamar. En el año '88 las ocupaciones que venían sucediendo año tras año y así día tras día concluyó con una ocupación que queríamos que fuera casi la definitiva o al menos que diera un empujón suficientemente contundente a la sordera crónica del Gobierno. Así que montamos un campamento en la “era” que linda con el cortijo, alquilamos tractores y comenzamos a arar la tierra con la idea de no marcharnos de allí de ninguna de las maneras. Allí estuvimos durante 90 días y 90 noches lo que permitió que desde allí mismo cada semana se hicieran al mismo tiempo acciones paralelas en Sevilla con la idea de no dejar tranquilo al gobierno ni un minuto. Cada noche hacíamos una asamblea en la que reflexionábamos cómo habían sido las luchas, qué habíamos conseguido, qué aciertos habíamos tenido, qué errores y cómo estaba el ánimo para poder seguir luchando y definir las luchas de los días siguientes. Tan larga lucha trajo como consecuencia el desánimo de algunos incluso su falta de creencia en lo que estábamos haciendo porque pensaban estos compañeros que con aquella acción no conseguíamos ninguna respuesta del Gobierno y creían que era una batalla perdida. Sin embargo los hechos reales iban por otro sitio ya que el Gobierno estaba llegando al límite de su paciencia y no sabía por donde optar, si por una represión dura o por tener que acceder a nuestras reivindicaciones. |